Yo o tú
Una colaboración entre relatos que muestra un punto de vista diferente al personaje principal del relato creado por una excelente autora y amiga.
AUTODESCUBRIMIENTOAMORCOLABORACIÓN
2/29/20164 min read


Allí estaba yo, en un soliloquio intentando convencerte de que hay oportunidades en la vida que no se repiten, y que a veces hay que tomar ese tren, aunque implique hacer sacrificios. Ingenuamente recurrí a la frase trillada: “Si amas a alguien, déjala ir; si regresa, es porque siempre fue tuya, y si no, es porque nunca lo fue”. Ahora, está claro que fui un tonto.


Por momentos, sentía que perdía tu atención en medio de mi interminable recital de palabras centradas en mis sueños y mis ideas… Sí, lo sé, todo era “yo, yo, yo” y nada sobre ti. No supe darme cuenta entonces de que el brillo en tu mirada se había apagado, que los colores de tu vida se habían vuelto grises, que ese sentir al verme ya no existía, porque las mariposas en tu estómago yacían inertes en una caja entomológica, listas solo para ser exhibidas.
En ese momento, estaba tan orgulloso de mí mismo por la gran oportunidad que se presentaba, que no supe ver que tu asentimiento, con la cabeza baja, era señal de una profunda tristeza. Fui desconsiderado al no mirar hacia ti ni preocuparme por lo que sentías, mientras me alejaba silbando por la calle, con las manos en los bolsillos, evidenciando así mi propio egoísmo.
Sin duda aproveché mi oportunidad y puedo decir que fui exitoso, pero hoy entiendo que no se puede ir en contra de principios tan básicos como los que plantea Maslow en su pirámide: las necesidades de amor deben estar cubiertas antes que las de reconocimiento y autorrealización. En medio de esa reflexión, recordé el conocido refrán: “Uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde”. Por mucho éxito que alcancé, jamás logré llenar el vacío que dejaste en mí.




Durante estos tres años me he sentido como perdido en un desierto: solo, desamparado, sofocado y sediento, a veces alucinando entre retazos de tu recuerdo y mis propios deseos. En medio de esta desolación, poco a poco he ido despojándome de todas mis sombras, de esos demonios que intentaban seducirme para que renunciara a la idea de recuperarte.
El primer demonio que logré vencer fue el del desamor y el dolor, ese sentimiento que me invadió al llegar a nuestra casa y descubrir que te habías ido por completo. El segundo demonio fue la rabia, porque debo confesarte que ver tu foto en la casa de mis padres, después de saber que no regresarías, hizo que mis entrañas se revolvieran y mi presión arterial se disparara. El tercer demonio fue mi orgullo, que me llevó a comprender que debía dejar de culparte por mi sufrimiento, ya que mi comportamiento durante nuestro no tan dulce año de noviazgo había sido el principal factor, especialmente por mi actitud impositiva. El cuarto demonio fue el egoísmo; gracias a él entendí que, si quería recuperarte, debía poner nuestro amor, sueños y metas por encima de mis propios intereses. Para eso, tenía que aprender a escucharte y entenderte más, dejar de lado mi egocentrismo y evitar opacarte o hacerte sentir como una marioneta.


Al finalizar este camino de penitencias y reencuentro conmigo mismo, he tomado la decisión de recuperarte. No ha sido fácil dar contigo; invertí mucho tiempo y esfuerzo, pero gracias al recuerdo imborrable del brillo en tus ojos cuando hablabas del país de tus sueños, ahora cruzo el océano para llegar allí donde el mar bravío ruge contra los acantilados.






Nota del autor: Este relato se basa y complementa el escrito por María Dolores Moreno Herrera, titulado "Tú o yo" posteado en su blog personal "Entre papiros y cálamos", el cual recomiendo leerlo antes.
A continuación dejo el enlace al relato:
http://entrepapirosycalamos.blogspot.com/2016/02/tu-o-yo.html
En aquel momento equivocadamente antepuse mis intereses por encima del amor que sentía por ti y pensaba que el amor que sentías por mí, nuestras vivencias compartidas, nuestros sueños a futuro, iban a ser suficiente para que te aferraras a la idea de esperar a mi regreso. ¡Que tonto fui!
- Es una gran oportunidad para mí - Sonreí depositando un beso sobre tus nudillos.
- Te amo, sabes que volveré - Finalmente te dije.
Te imagino con un hermoso vestido rojo ondeando al viento, mientras ansío verte nuevamente para demostrarte que este peregrino está decidido a comprobarte que el tiempo no ha pasado en vano, que mis sombras ya no están, y que estoy listo para construir un futuro compartiendo sueños y visiones en común.
Estoy impaciente por arrodillarme frente a ti, debajo de tu balcón, conseguir que las mariposas vuelvan a revolotear por mí, y decirte con toda sinceridad que no solo te quiero, sino que TE AMO.